Ruth Ortiz Martínez

24 de ene de 20212 min.

Otoño 2019.

Después de graduarme, no me bastó con ese par de kilo y seguí con la misma filosofía porque “estar más delgada me hacía sentir mejor”.

Cada vez las voces internas eran mayores y más rápidas. Y es verdad que cuanto más te agarras a la enfermedad, más se apodera de ti. Aquí, me gustaría aclarar que estos pequeños avances y pensamientos lógicos, los he ido aprendiendo con ayuda profesional, hace un tiempo me resultaba imposible ver este tipo de actitudes.

Y entonces, la vida sigue y no se paraliza. Y cada vez que comía algo que me hiciera pensar que podía llegar a engordar lo mínimo, vomitaba. Pero seguía viviendo normal. Esto es algo que solo lo vive la persona y que, además, en mi caso, me excusaba pensando o diciendo que podría ser alguna intolerancia, aun sabiendo muy muy en el fondo, que era mentira. Pero es tan difícil verlo y más aún reconocerlo…

Los vómitos eran cada vez más seguidos y las personas de mi alrededor me decían que tenía que ir al médico. Mi miedo era inmenso porque sabía lo que podía pasar.

Contar calorías fue mi mayor hobbie. Ir al supermercado se convirtió en una odisea porque analizaba cada alimento que iba a comprar.

Es cierto que nunca he tenido atracones objetivos. Hay dos tipos, los que son de verdad y por lo tanto el sentimiento de culpa es enorme por eso se lleva a cabo el vómito, y el subjetivo, que están en tu cabeza, que no son reales pero que el fin es el mismo. La culpa que te lleva al vómito, sintiendo que solo te quita la ansiedad el quitarte todo de encima.

Y tras infinitos de días así, era el momento de ver, que necesitaba ayuda. Perdida en mucha incertidumbre y con mucho, pero muchísimo miedo, decidí pedirla.

    9500
    50